En el vídeo anterior, vimos cómo determinar un aspecto del “tipo de actitud” que tienes ante la vida: ¿Recuerdas? ¿Eras causa o eras efecto?
Ahora que has tenido tiempo de meditar y ponerte a prueba sobre ese “aspecto de tu actitud” puedes dejar tus reflexiones en los comentarios e incluso compartir tus mejoras al respecto… si las ha habido. Si no las ha habido, sigues siendo bienvenido para comentar.
Si por causas “ajenas” no pudiste disfrutar del vídeo aún tienes la posibilidad… Después de todo, mejor ser “efecto” que… no ser.
Y siguiendo con esta dualidad: blanco y negro, día y noche, agua y fuego, ¿rojo y verde?, hombre y mujer…
(3 días después)
… Perro y gato, causa y efecto… y creo que no me dejo ninguna… ¡Ufff! En esta ocasión vamos a tratar algo que, aparentemente es idéntico y forma parte del concepto en sí mismo pero, al igual que todo lo mencionado anteriormente, y no lo voy a repetir o nos darán las uvas, no deja de ser caras opuestas de la misma moneda.
¿Qué prefieres, no perder o ganar?
Confundido, ¿verdad? ¡Pero si es lo mismo!
Si lo ves así, entonces has hecho muy, pero que muy bien en prestar atención a este vídeo. Probablemente estoy a punto de abrir una nueva dimensión de entendimiento en tu mente. Porque vamos a fijarnos detalladamente en los dos conceptos.
¿En qué se basan?
Si te fijas detenidamente, “no perder” se basa en evitar, escapar, huir.
¿A qué te suena eso?
¡Exacto! Su motor es el MIEDO. Estamos basando nuestro comportamiento en el miedo a que algo suceda. Es decir, nuestra mentalidad es la de que el vaso medio vacío no termine de vaciarse.
Suene bonito o no —desde luego no es muy épico— ha funcionado mucho a lo largo de nuestra historia, en especial cuando realmente vivíamos en un mundo lleno de escasez. Y sí, digo “lleno” porque la escasez también es una forma de abundancia… Pero ése es otro tema que, si os apetece, podría tratar en otro vídeo. Ya sabes, comenta. Y si considero que realmente es de vuestro interés, moveré el culo para aportaros mi granito de arena al respecto.
Como decía, es algo que ha funcionado, y mucho, pero… ¿No crees que el entorno ha cambiado radicalmente? Y estarás conmigo que con él, las oportunidades. Esto me lleva a ver la otra cara de la moneda. ¿En qué se sustenta ganar?
¡Wow! Hoy te veo fino… ¡Correcto! Su motor es la pasión, el amor, el deseo… Ese ímpetu por llenar el vaso. ¿Te das cuenta de la GRAN diferencia?
Puede que desde el miedo consigas que el vaso no se vacíe y que desde la pasión tampoco se llene, con lo que el RESULTADO parecerá idéntico: un vaso medio lleno. ¿Pero qué me dices de la experiencia? ¿Qué pinta mejor?
Por eso, aunque los resultados, nos guste o no, motivan para seguir en el camino —y para abandonarlo—, yo no creo que debamos darle mayor importancia de la que corresponde y, sin embargo, le demos la importancia que en realidad merece al proceso. Lo importante no es la meta, es el camino.
Como decía uno de los grandes poetas de la literatura española, el gran Antonio Machado:
¡Ufff! ¡Para esto tengo que prepararme…!
¡Qué responsabilidad…!
¡Vamos allá…!
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
La pregunta es: ¿Qué tipo de camino quieres hacer?
No, no es una pregunta retórica… Házmelo saber en la cajita de comentarios.
Y recuerda: Aquello con lo que sueñas, si no lo tienes, es porque no quieres…
Pablo Rodriguez dice
Emmmmm, el MIEDO…