Muchos son los errores que cometemos a la hora de desarrollar nuestras habilidades sociales: desde no tener en consideración la totalidad de los componentes de su grupo, pasando por obviar el entorno o rivalizar con tus propios compañeros, hasta tratar de devaluar a esa pobre chica que no ha hecho nada para merecerse semejante correctivo psicológico.
Como digo, podría pasarme horas hablando de errores típicos, todos basados en el desconocimiento de los principios universales de las dinámicas sociales. Daría para una bonita conferencia pero éste no es el momento. Hoy me voy a centrar en el error que para mí es el que más veces sucede. De hecho, yo estoy convencido de que nos afecta en muchos otros ámbitos de nuestra vida.
Por que, bajo mi punto de vista, nuestra mayor equivocación es el miedo a equivocarnos.
Piénsalo bien: Por muy bajo que sea tu porcentaje de éxito al intentarlo, ¿cero coma?, siempre será mayor que 0.
Como dice el refranero:
Siempre hay un roto para un descosido. Refrán
o
Nunca falta un gato para lamer el plato. Refrán
¿Quién nace aprendido?
Excepciones habrá, pero si estás aquí es que, como yo, perteneces al grupo de los que tuvimos que aprender.
La buena noticia es que puedes.
¿Cómo?
Muy fácil: equivócate. ¡Equivócate mucho!
Lee, escucha, mira muchos de estos vídeos pero sal ahí y equivócate.
¿Quieres multiplicar tus probabilidades de éxito?
Multiplica tu número de intentos, multiplica tu número de equivocaciones. No tengas miedo a equivocarte. O ten miedo… y equivócate.
Te contaré un ilustrativo experimento:
El maestro del curso: “alfarería para principiantes” pidió, el primer día de clase, que los alumnos se dividieran en dos mitades. En la primera mitad, el grupo A, estarían aquellos con más experiencia previa en la materia. En el grupo B, permanecerían aquellos que nunca antes hubieran practicado el noble arte de la cerámica: la alfarería.
Hecho esto, les reveló la siguiente información:
—Vosotros, los del grupo A, aquellos que tenéis algo de experiencia, seréis evaluados por la vasija de mayor calidad que me entreguéis dentro de 6 meses, al finalizar el curso.
—Los del grupo B, seréis evaluados por la cantidad. Así pues, por cada 10 vasijas entregadas, que puedan ser consideradas como tales, nada de un churro con forma de vasija, acumularéis un punto hasta un máximo de 10. Por lo tanto, 100 vasijas equivaldrán a un 10.
Pasados los 6 meses, en el día de la evaluación, ¿Qué grupo creéis que sacó mejor media?
La pregunta tiene trampa porque es irrelevante la nota que sacaron. Lo importante es lo que sucedió:
Aquellos del grupo B, los de la cantidad, que habían sobrepasado las 80 vasijas no sólo habían conseguido excelentes calificaciones sino que sus vasijas resultaron ser de mucha mayor calidad que las mejores de los del grupo A, los cuales, habían pasado la mayor parte del tiempo estudiando y perfeccionando la forma de hacer las vasijas pero no practicando.
¿Moraleja?
Acción frente a perfección. La perfección no debe detenerte pero sí inspirarte. Porque tenemos que poner lo mejor de nosotros en cada intento. Equivócate a conciencia, no por dejadez. De esta manera, cada vez mejorarás, bajarás tu porcentaje de error y aumentarás el de aciertos.
¿El problema?
No te permiten equivocarte.
¿Acaso está bien visto querer mejorar con respecto a la seducción? ¿Está bien visto querer atraer a más mujeres? ¿y, encima, querer que sean atractivas?
Tus amigas te tacharán de inmaduro:
—A ver cuando dejas de ser como un adolescente y sientas la cabeza que ya tienes edad de casarte y formar una familia.
Tus amigos de fracasado:
—¿Qué pasa? ¿No eres suficientemente hombre para ligar con chicas que necesitas ir a cursos, leer libros o ver vídeos? ¡Pringao!
Por cierto, esto es envidia.
Tu familia no dará crédito:
—¿En qué nos equivocamos? ¿Qué hicimos mal? ¿Por qué no podías salir como todo el mundo?
¿mediocre?
La sociedad… :
—¡MACHISTA!
Tú decides. ¿Eligen ellos… o tú?
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