¿Qué es microMACHISMOS?
No hay mejor medida de seguridad que la prevención. Ray Havana
Se trata de una iniciativa de eldiario.es por la lucha contra la desigualdad entre hombres y mujeres.
El término micromachismo fue acuñado en 1991 por el psicoterapeuta Luis Bonino Méndez, para dar nombre a prácticas que otras y otros especialistas llaman «pequeñas tiranías», «terrorismo íntimo» o «violencia blanda», menos populares que el primero. Fuente: Wikipedia.
Esta propuesta de eldiario.es empezó en 2014 y su objetivo principal es erradicar de raíz los tempranos y sutiles brotes de desigualdad que pueden desencadenar en una tragedia.
El batir de las alas de una mariposa puede provocar un huracán en otra parte del mundo. El efecto mariposa.
Entendiendo esto mucho antes, desde el principio de nuestro proyecto —Dinámicas Sociales— es, básica y principalmente, lo que llevamos haciendo hace ya más de una década —desde 2005—: Ayudando a hombres y mujeres a entender, comprender, interiorizar, sintonizar e influir —Ciclo ECISI— sobre las diferencias sexuales y sus roles. Algo que lleva erradicando, sistemáticamente y con éxito sin precedentes, esta indeseable conducta. Porque ataca directamente a la raíz del problema: Desconocimiento personal y de tu propio potencial así como concienciación del otro y las dinámicas sociales que establecen una convivencia, no sólo de respeto sino simbiótica.
El amor es una de las fuerzas más creadoras o destructoras que existen.
Y tú, ¿cómo vas a usarlo? Mario Luna. Psicología Del Éxito.
A pesar de ser conocedor de esta fabulosa iniciativa desde sus inicios, no había hecho alusión a la misma debido a que la intención era —sigue siendo y será— magnífica, pero su ejecución dejaba bastante que desear. Y no me pronuncié al respecto porque entendía que los comienzos son siempre abrumadores y lleva su tiempo equivocarse y rectificar.
Digamos que, para tratar de hacer ver claramente estos comportamientos tan subliminales como potencialmente peligrosos, se pasaron de rosca exagerando y metieron en el mismo saco comportamientos completamente sanos y, le ofenda a quien le ofenda, necesarios —al menos para la perpetuación de la especie.
Por favor, tómate un par de minutos para ver el reportaje que hicieron en 2015 y luego pasaremos a comentar dónde se confunde masculinidad llana —y sana— con potencial violencia de género.
Para ello, he recibido la inestimable ayuda de Eva Pastor Hervàs: Doctorada en la identidad del sujeto basada en el cerebro y el cuerpo.
De esta manera, primero daré mi análisis de cada escena para seguidamente completarlo con la revisión de la Doctora.
Análisis del anuncio de la campaña Micromachismos 2015
Doctora Eva Pastor: —Desde mi punto de vista hay un error de base y es el hecho de que el anuncio tiene música de fondo lo que impide saber qué sucede realmente en casi todos ellos, a excepción del último caso.
1ª Escena
Una mujer está esperando en la calle. Aparece un vehículo conducido por un hombre que se para al lado, con intención ¿de…? Imposible saberlo puesto que el individuo NO SE PUEDE APRECIAR. Lo único que puede verse es a la mujer indignarse —que no es tan sólo incomodarse— por semejante… ¿acto?
¿De verdad tratar de comunicarse con una mujer es un indicio de maltratador? En ese caso, me declaro culpable. A poco que se estudia sobre psicología se sabe que la conducta sexual masculina se basa en «tirar la caña» y la femenina «en elegir qué caña picar».
Comentario de la doctora Eva Pastor
Si se escuchara podríamos saber si el comportamiento resulta o no machista que no micromachista, pero sin sonido sencillamente la escena se queda a medias, no sabemos por qué se indigna.
Como apuntas, no tiene mucho sentido que interactuar se convierta en principio de machismo.
Podría haberle preguntado:
- Si se ha perdido y necesita saber de alguna dirección.
- Quizá sea él quien se ha perdido.
- O quizá le ha preguntado cuánto cuesta su servicio —aludiendo a la prostitución.
Tal vez el problema lo tiene el que hace el anuncio por considerar que la única posibilidad es que todo el que para en esa situación lo hace para abordar a la mujer de modo incorrecto.
2ª Escena
Una reunión de trabajo en la cual hay una mujer que lleva una blusa transparente a través de la cual se puede ver «perfectamente» el escote junto con el sujetador. Hasta ahí todo correcto. Cada uno viste como quiere. Es entonces cuando a uno de sus compañeros se le desvía la mirada hacia éste. Al parecer, le llama tanto la atención que no puede dejar de mirarlo por unos largos segundos. Este acto ¿punible? parece amargar el día a la mujer.
Y digo yo: ¿No será tan respetable ponerse semejante blusa transparente como mirarla? Podemos ponernos todo lo quisquillos@s que queramos pero es evidente que no hay ninguna intención peyorativa o denigrante en el hecho de mirar. Ni voluntaria ni involuntariamente. Si hubiese hecho un comentario o un gesto que indicase imposición y, a la respuesta negativa de ella, él hubiese tratado de forzarla aunque fuera sutilmente, sí. Pero se trata, amigas y amigos míos, de un acto reflejo. Y para ello hay que entender que la sexualidad masculina y la visión están muy íntimamente relacionadas. De la misma manera que lo están el oído y el tacto con la mujer.
Los hombres se enamoran de lo que ven y las mujeres de lo que oyen. Por eso las mujeres se maquillan y los hombres mienten. Chiste popular
En un chiste popular. Pero cuando el río suena…
Si no te ha convencido mi breve explicación, te invito a ver el siguiente vídeo donde se detalla bastante más y mejor.
¿Después del vídeo qué opinas: Enfermedad o naturaleza? Por cierto, si no te has enterado por temas de idioma o sencillamente, te gustaría que hiciera un artículo sobre el tema, házmelo saber en los comentarios.
Comentario de la doctora Eva Pastor
No he visto la blusa tan transparente, aunque no le he prestado mucha atención. Creo que más que micromachismo es una falta de educación, en todo caso, el hecho de que ella hable y él no preste atención —sea por el motivo que sea.
Y digo «no prestar atención», porque en el anuncio se les ha ido un poco la mano en el tiempo que él mira fijamente.
En todo caso, ella podría sencillamente haber reaccionado y haberle hecho consciente de la situación, verbal o no verbalmente.
En todo caso, el machismo —de nuevo que no micromachismo— podría haber estado en que el compañero diga lo mismo que ella y a ella no se la tenga en cuenta por ser mujer. Pero sin sonido es algo que tampoco sabemos, así que nos quedamos igual.
En cuanto a estudios sobre la importancia de la visión para el hombre y otros sentido para la mujer recomiendo al Dr. Hugo Liaño, premio nacional de Neurología en España. Además, es presidente de sociedades y comisiones científicas nacionales e internacionales, con libros como «cerebro de hombre, cerebro de mujer» (2000) o «Conflicto de los sexos» (2014). Estos además, justifican parte de las diferencias de sexos que muchas veces son tachados de micromachismos.
3ª Escena
Una pareja formada por un hombre y una mujer son servidos con bebidas en la barra de un bar. Al parecer, la camarera se equivoca en la entrega al relacionar la cerveza con el hombre y el refresco con la mujer. En esta ocasión la mujer sólo informa a la camarera de que se ha equivocado mientras reordena correctamente las bebidas. Por suerte, este incidente no trasciende más allá y su día no queda oscurecido.
¿En serio? ¿No parece más adecuado pensar que la camarera no prestó atención a quién pidió qué? Cosa, por cierto, que a mí y a todos mis amigos y amigas nos ha pasado más de una vez.
Comentario de la doctora Eva Pastor
Me ha pasado muchas veces, tantas que son incontables. Y aunque hay veces que me molesta, me molesta la falta de atención. Sobre todo cuando en el lugar hay poca gente. Y si puede recordar otras cosas, puedes recordar eso.
De todos modos, no me parece trascendente. Al igual que, tal vez, no debería elogiarse que bebamos alcohol —que no es precisamente lo más sano.
Imagino que en el mundo real —y no el del anuncio— también interviene la inercia y el hecho de que, posiblemente, el camarero o camarera suela servirlo al revés, por lo que me parece más falta de atención que micromachismo.
4ª Escena
Una pareja va a cambiar el pañal a su bebé y se encuentran en un lugar público donde sólo está acondicionado para tal uso el lavabo de señoras.
Aquí nos encontramos con una paradoja. Porque si bien es cierto que debería haber un cambiador para bebés en una zona neutra como suele suceder con el baño para discapacitados, la realidad es que no existe un reglamento específico que obligue a ello y, al final, que exista este espacio en un lavabo u otro es una cortesía del empresario.
Estoy totalmente de acuerdo en que debería existir este espacio neutro pero dudo que sea un indicio de machismo sino más bien un gasto extra en que muchas empresas prefieren no incurrir. Lo mismo sucedía con los minuválidos hasta que la ley les obligó, y no por ello las empresas eran discrimitatorias. Desgraciadamente en el mundo empresarial, todavía pesa más el dinero que las personas y sólo a base de obligaciones acaban cumpliendo. Pero eso tiene que cambiar porque debe ser el dinero quien esté al servicio de las personas y no al revés. ¡Es de locos!
Comentario de la doctora Eva Pastor
Totalmente de acuerdo. Y además añadiría que, aún en los lugares donde existe espacio neutro, muchas veces es la mujer la que toma la iniciativa y lo sigue haciendo cosa que, lamentablemente, refuerza la inercia.
5ª Escena
Una joven está en un bar tomándose algo y chateando por el móvil. En un momento dado se acerca un joven para hablar con ella. Se interpreta que el chico quiere ligar y ella lo rechaza dándole la espalda. Él —según mi «generosa» interpretación—, se va ofendido y parece que dice algo fuera de lugar ¿al marcharse? —Y digo «generosa» porque tengo que hacer un esfuerzo para apoyar a lo que se quiere defender: micromachismos.
Una vez más nos encontramos con una situación difícil de analizar puesto que lo que yo quiero saber —la forma en que reacciona el chico al ser rechazado— no es posible escucharla y, mi interpretación —para adecuarla con un micromachismo— es querer pensar que ha sido rudo o maleducado al retirarse.
Si es así, sí que estaríamos hablando de una forma de coacción que nosotros llamamos «reactividad». Y sí, con una conducta así no vas a ninguna parte. De hecho, dudo que acabes conquistando a ninguna chica con semejante conducta… por lo que tú verás.
El problema aquí a mi modo de ver es que, al dársele mucho más protagonismo a la entrada que a la resolución, parece que el micromachismo radica en abordar a la mujer —como sucede en la primera escena, la del coche—. Y me temo que hay que ser muy rebuscado para darle el sentido que le he dado yo al principio, puesto que no se ve. Y lo sé, hablamos de algo muy sutil, subliminal: un micromachismo, pero si no se interpreta bien, sólo sirve para confundir.
Comentario de la doctora Eva Pastor
Sin sonido no tiene ningún sentido, otra es la versión del anuncio siguiente de 2015.
6ª Escena
Una mujer está fregando en la cocina. El marido se acerca a ella disfrutando con el móvil y sin apartar la mirada de éste, le pregunta: —¿Qué haces cari?— mientras sigue sonriéndole al móvil. Ella responde con voz indignada: —¿Tú que crees?—. Ante esa respuesta tan seca, él responde: —Bueno, tranquila. Ahora te ayudo yo— con voz y mirada sumisas. Al instante siguiente se va, como si nada, disfrutando del terminal. La mujer, por fin, se gira para verlo irse con resignación y se interpreta que la ayuda no va a llegar.
Mi crítica: está muy descontextualizado. Si suponemos que el hombre no hace nada de nada durante todo el día más allá de jugar con el móvil, no es un micromachismo, es un impresentable. Eso significa que la mujer trabaja todo fuera y dentro de casa, por lo que estamos en una situación —a mi modo de ver— de machismo con mayúsculas.
Si por el contrario el marido ha vuelto del trabajo mientras que la mujer no trabaja fuera y es únicamente «ama de casa» podría deberse a un acuerdo de división de tareas.
Si la situación es que ambos trabajan —que quiero intuir que es ésa— pero al llegar a casa ella es la única encargada de hacerlo todo, insisto en que no es un micromachismo sino machismo en sí mismo y deberían de tratar de buscar un equilibrio —¿qué puede aportar él que le quite carga a ella?— para que la relación no termine yéndose a pique, que interpreto que poco le queda.
Comentario de la doctora Eva Pastor
Totalmente de acuerdo con lo que tú dices. Está totalmente descontextualizado y por tanto no sé qué hay detrás del comportamiento. De ser lo que se pretende «seguramente» transmitir, no sería micromachismo, sino machismo.
Nueva edición del anuncio de la campaña Micromachismos 2016
Bien, éste fue el trabajo con el que empezaron este movimiento. Como he dicho al principio, lleno de ilusión y buenas intenciones pero bastante deficiente —a mi modo de ver— en su ejecución.
No obstante, y por eso estamos aquí ahora tratando este tema, dos años después —ahora— han hecho una nueva edición con un vídeo mucho más acertado y que —como también había adelantado— supone una rectificación importante y, por consiguiente, una mejora radical en la comunicación del mensaje. ¡Echadle un vistazo!
Eldiario.es: Micromachismos 2016. ¿No te ha pasado que…?
Como podéis haber comprobado con vuestros propios ojos, algo mucho más fiel al término micromachismo, aunque —como no podía ser— todavía quedan cosas por pulir. Porque si lo que pretenden —que así entiendo— es hacer ver cosas que les pasa a las mujeres por ser mujeres que no les pasa a los hombres, tengo que romper una lanza y decir que a mí, como hombre, me han pasado unas cuantas:
- El ejemplo del mecánico: En mi caso con electrodomésticos. ¿Micromachismo o el vendedor —en base a su experiencia— sabría que tiene más posibilidades de que compremos si ella da el visto bueno?
- Con el tema tener hijos: No sólo «los vecinos» o gente agena a la relación sino todas mis parejas. Y éso sí que suele conllevar a una batalla interna dentro de la pareja, ¡créeme!
- Flirteo en un bar: Irme no ha sido un problema y taxi no he necesitado, pero palabras de desprecio por no querer nada más sí que he recibido.
- Piropos: pocas veces, la verdad. De nuevo, los roles masculino y femenino suelen cumplirse. Pero sentirme intimidado… Más bien sorprendido y sonrojado.
- De niño hice baile, macramé, punto de ganchillo y en general me he sentido cómodo realizando actividades «femeninas» —si me lo permitís—. Y sí, he recibido críticas de mis compañeros y vecinos. De hecho, durante muchos años pensaron que yo era homosexual… Y habrá quién lo siga pensado.
- No sólo he sentido que mi opinión tenía menos valor por ser hombre en algunos puestos de trabajo sino que he visto como elegían a una mujer en mi lugar porque ese puesto —atención al cliente— era más «apropiado» para una mujer. Y, ojo, en las últimas 30 veces que he sido atendido en persona o telefónicamente en una empresa debo decir que todas las mujeres me han atendido con una calidez humana impecable, sin embargo, si de los 30 que me han atendido, 10 eran hombres, sólo 3 de ellos han sido remarcables. El resto he sentido como si les estuviese haciendo perder el tiempo. Pero esto no es referencial y puede deberse totalmente al azar.
- En cuanto a mi aspecto físico: claro que me han dicho que me arregle y qué cosas puedo y no puedo llevar. En ocasiones por mi bien y en otras por imposición del lugar de trabajo o para tener acceso a algún local.
- ¿Que tengo unos kilitos de más? No, conmigo no han sido tan sutiles. —¿Cómo te has puesto tan gordo? ¿No entras en una talla 50?— Eso me han llegado a decir por poner un par de ejemplos.
Creo que el concepto del micromachismo es muy interesante pues es un gran cortafuegos. Nosotros lo hemos tenido siempre presente y sabemos cómo disolverlo. Pero debemos tener cuidado de no pasarnos al otro extremo —feminazismo— para tratar de sobrecompensar, pues la naturaleza existe y los roles sexuales también. Y si nos pasamos, pueden pasar cosas como las que nos explica Pilar Sordo —psicóloga, columnista, conferencista y escritora chilena— en este fabuloso vídeo a partir del minuto 59.
https://www.youtube.com/watch?v=dEpg_DbEvko&t=59m35s
El micromachismo no está en el acto en sí ni en el género del que actúa sino en la intención de dominancia e imposición encubierta detrás de éste, sea consciente o no el sujeto que lo efectúa. Ray Havana
Comentario de la doctora Eva Pastor
En cuanto al siguiente anuncio, me parece que ya está mucho mejor. Además, tu modo de abordarlo me parece coherente, aceptando que sí hay cosas que lo son, pero que a veces no es cuestión de machismo sino de actitud.
- El ejemplo del taxi: me parece que es difícil que le pase a un hombre y ahí no es micromachismo, sino machismo e intimidación.
- Tener hijos: Otra circunstancia que creo que hay que tener muy presente, es que la presión social ante la maternidad no es la misma que ante la paternidad. No sólo se trata de comentarios como: —Se te va a pasar el arroz—, sino que para la mujer, la presión social sobre la maternidad tiene otra cara B que el anuncio no ha mostrado y es que a un hombre, en una entrevista de trabajo, no le preguntarán si se piensa quedar embarazado; o no supone un problema que sea padre. En el anuncio muestran a una mujer presionada para ser madre, pero no muestran que a su vez se la presiona para que espere o sea madre en el momento en que a la empresa en cuestión no le afecte.
- Discriminación laboral: En cambio en el trabajo no he sentido que se me escuchará menos que a compañeros hombres. Lo cual, si sucede, no es micromachismo sino machismo, ya que escondería la concepción de la superioridad de uno frente al otro.
Además de Pilar Sordo, puedes invitar a la gente a que conozca más sobre el Feminismo de la diferencia, y autoras como Victoria Sendón de León.
Lo contrario de la igualdad no es la diferencia, sino la desigualdad. Hemos contrapuesto igualdad a diferencia cuando en realidad no es posible conseguir una verdadera igualdad sin mantener las diferencias. Lo contrario no sería más que una colonización a saco. Victoria Sendón de León
- Lo que si es machista es la consideración de la sociedad de que las actividades «característicamente femeninas» son inferiores y por eso, en el anuncio, la mujer debe justificar hacer una ingeniería.
—¿Acaso la ingeniería, por ser característicamente más masculina, es superior y por eso las mujeres la quieren hacer?
Infravalorar la importancia para la supervivencia de la especie de estas actividades «característicamente femeninas» —como las tareas de mantenimiento— sí es machista. Para esto existen otras autoras como Susan Pinker y su obra «La paradoja sexual: De mujeres, hombres y la verdadera frontera de género» —además del ya mencionado anteriormente Dr. Hugo Liaño.
Existen más autoras, pero con esto creo que hay más que suficiente para empezar. Espero haberte ayudado y si necesitas algo más, házmelo saber.
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