—¡Lo sabía, lo sabía! Sabía que me iba a decir que NO… Se acabó todo: «Game Over».
¡CHAAAN!
—¡Chaval! ¡Ey, no te asustes!
—¿Y tú quien eres?
—¿Qué pasa, que no tienes un espejo en tu casa?
—Sí que tengo…
—Soy la mejor versión de ti mismo.
—Y… ¿A qué has venido a aquí?
—Pues tengo una muy buena noticia para ti. Bueno, pensándolo mejor, igual no es tan buena.
—¿Y cuál es esa noticia?
—¿Sabes lo que pasa cuando una chica te dice que no?
—Ni idea…
—Me lo imaginaba. ¡Empieza el juego! Es cuando todo esto tiene sentido. Déjame explicarte…
Tengo una noticia para ti: Cuando ella te dice que no… ¡Empieza el juego!
Habrás oído hablar del «jaque del bobo«. Básicamente es cuando, sin a penas esforzarte, le entras por el ojo a una chica, y a la que te das cuenta estás teniendo relaciones sexuales con ella. ¿Qué ha pasado ahí?
Pues, seguramente, que entrabas en el estereotipo de hombre que a esa chica le gustaba y ha dicho: —Este me lo calzo ya.
Viene muy bien para nuestro Ego porque, tío, has «mojado», es una conquista. Además, fisiológicamente, el hecho de tener sexo, pues… beneficia mucho.
Pero tiene sus inconvenientes:
Uno de ellos es que no sucede tan a menudo como nos gustaría que sucediera. De hecho a mí sólo me ha pasado cientos de veces. No, hombre, no: 50 quizá. No, menos. ¿49? Seamos realistas: muy pocas veces.
Y tiene otra contraindicación muy bonita: y es que, además de alimentar nuestro Ego, no nos permite crecer. Y… ¿Para qué estamos aquí si no es para crecer?
O por lo menos yo lo veo así.
Cuando ella te dice que NO es el primer escalón, es el primer reto. Es el momento de «demostrarte» a ti mismo y de «mostrarle» a ella de qué madera estás hecho.
¡Y ojo! He dicho: —demostrarte a ti mismo— porque es un reto para ti. Y: —mostrarle a ella— es decir, subcomunicar. No esforzarte por aparentar sino sacar lo mejor de ti en cada momento. Sin que sea un esfuerzo, sin que suponga que estás perdiendo el marco, que te estás esforzando por ella, que ella es el premio. No, no, no, no. El premio es el reto en sí mismo, es superarte a ti y conseguir que eso que es un NO acabe transformándose en un SÍ.
De hecho, la piedra angular de la sexualidad masculina es el poder. Cuando un hombre, y esto es debido a la testosterona, consigue superar retos, crecer, ser más… poderoso, a fin de cuentas, es cuando más placer siente. Por el contrario, la piedra angular de la sexualidad femenina es la rendición. ¡Ojo! No la rendición de cualquier manera. ¡NO!
Cuando una mujer se encuentra con un hombre que proyecta el suficiente poder como para ella sentirse segura y querer rendirse ante él es cuando llega su máximo placer: es cuando alcanza su clímax.
Y eso se retroalimenta. Estamos hablando del clímax masculino —poder—; clímax femenino —rendición, entrega—. Cuanto más poder eres capaz de proyectar, más seguridad siente ella y más se va a entregar a ti… Y ese contraste va a hacer que se retroalimente, que se potencie y que todos esos NOES, todas esas resistencias, todos esos momentos en los que ella dice: —NO—, si sabemos cómo gestionarlos para convertirlos en SÍ, se convierten precisamente en eso: en un ¡Ahhh! —gemido—.
Lógica retroactiva: —Si este hombre ha sido capaz de darle la vuelta… ¡Increíble! Es el hombre de mi vida.
Y todo esto de manera subconsciente. Ella no lo va a calcular, no lo va a meditar, no es racional…
Así que ya sabes lo que tienes que hacer la próxima vez que encuentres un NO: alegrarte. Es el momento de empezar, ¡disfrútalo!
Espero que hayas disfrutado también de esta FAQ. Dale al «me gusta», compártelo con todos tus amigos —te lo agradecerán—. Y lo que no me cansaré de decir una y otra vez…
¡Fundamental! No olvides ¡¡¡AVENizarte y superMAXVACUARizarte!!!
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